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Aída tiene 78 años recién cumplidos y es fundadora y presidenta de la Casa de la Mujer de Huamachuco, un centro de capacitación y servicios comunitarios para mejorar la calidad de vida de las mujeres.
APORTE A LA COMUNIDAD DE RENCA
La formación es uno de los pilares de las actividades de este centro comunitario para luchar contra la pobreza, la discriminación y la violencia económica.
“La arpillera para nosotras fue como parte de nuestra liberación económica, pudimos dejar la olla común y pudimos trabajar ¿Qué más lindo que poder recibir un poco de plata a través de lo que nosotras realizábamos?”.
Todo partió, recuerda, en 1989, cuando ante la compleja situación económica y política del país, las mujeres de Huamachuco se organizaron, primero para gestionar las ollas comunes y así garantizar el alimento a la niñez de esa población; y después para aprender el oficio de las arpilleras, que les dio oportunidades insospechadas de desarrollo.
La Casa de la Mujer partió como una pequeña sala en la que se reunían las mujeres para bordar y aprender unas de otras diferentes oficios, como peluquería o costura. Este era además el espacio de contención donde las mujeres se sentían seguras y protegidas por sus pares. Aída fue una pionera en su población al identificar que, para salir de los círculos de violencia, las mujeres debían capacitarse para ser independientes.
En sus más de tres décadas de existencia, La Casa de la Mujer ha acogido a miles de mujeres y familias, dándoles herramientas para mejorar su empleabilidad e incentivando la creación de nuevos negocios a través del emprendimiento. Hoy es un centro de capacitación y servicios comunitarios cuyo rol es poner su oferta académica al servicio de jefas de hogar y mujeres sobrevivientes de todo tipo de violencia para que puedan mejorar su calidad de vida, incluyendo la violencia económica.
“Aprenden que la violencia no es solamente que le pegue el marido, sino también que el marido no dé plata para alimentar a sus hijos o cuando el hombre no deja que su esposa trabaje y tenga su propia plata”, dice Aída.
La mayoría de las mujeres que participan de los programas que promueve la Casa de la Mujer son jefas de hogar. El aporte de este centro comunal es tan significativo que, al enseñar un nuevo oficio, las mujeres se empoderan, reforzando su autoestima al descubrir que pueden aportar económicamente en su familia.
MENSAJE A LAS NIÑAS Y MUJERES DE RENCA
“Como mujer les reitero siempre a mis compañeras la importancia de la participación activa como medio de incidir en los cambios favorables, desde la mirada de género y de clase”.
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